Cuidado de las perlas
Cuidado de las perlas
Las perlas, son la gema más antigua conocida y durante siglos, fue considerada la de más valor, teniendo una gran importancia en diferentes civilizaciones y acumulando una gran cantidad de leyendas. Están especialmente relacionadas con la Luna y por lo tanto con lo femenino, por lo que un collar de perlas es una joya indispensable para una mujer. Debemos evitar que las perlas pierdan su brillo natural, ya que en este caso es absolutamente imposible devolverlas a su estado natural. Tenemos que tener muy claro, que las perlas son seres vivos, una perla y el nácar que la recubre son, sencillamente materia orgánica, y lo peor que puede ocurrir es su desecación. Los primeros síntomas de la “enfermedad” de una perla es la pérdida paulatina de su brillo: comienza por tornarse mate, seguidamente sufren fisuras o grietas en el nácar, pudiendo llegar a perder trozos o incluso quedarse sin él. Si se trata de un collar, deberá revisar el broche, al igual que el hilo a través del cual han sido insertadas las perlas, antes de ponérselo.
Para mayor seguridad recomendamos usar un collar con las perlas anudadas individualmente, para evitar en caso de que se rompa, no rueden todas y se pierdan, al mismo tiempo que impedimos que estas se estén rozando constantemente. Este hilo se debe cambiar una vez al año, si es utilizado con frecuencia, o cada dos años, si su uso es moderado. No se aconseja dejarlo más tiempo, dado que el clima hace que el hilo se debilite y cualquier tirón le podría afectar. Si el hilo de pasado se encuentra sucio, nunca deberemos intentar limpiarlo, lo llevaremos a un profesional para que vuelva a montarlo, de esta manera evitaremos poner en peligro nuestras perlas.
Es de gran importancia colocarnos esta pieza después de habernos maquillado, utilizado perfumes, lacas para el pelo, etc., pues todas estas sustancias son nocivas para las perlas, ya que interactúan con la capa del nácar y van poco a poco matando su brillo. Tras el uso, habrán absorbido impurezas, no solo de la utilización de cosméticos, sino incluso de las grasas naturales que segrega el cuerpo humano y del sudor que afecta en mayor o menor medida dependiendo de su acidez, por lo que, después de cada uso, las frotaremos con una gamuza muy suave humedecida en agua. Si es preciso añadiremos un poco de jabón con un pH similar al del agua, pH7 y así eliminaremos los residuos naturales de nuestro cuerpo y los restos de cosméticos que puedan haber quedado en ellas. Nunca se duche o bañe con ellas, aunque estas necesiten agua, los jabones y champús atacan.
Posteriormente, deberá guardarlas en una bolsita de tela, preferiblemente seda, gasa o terciopelo, o en una gamuza de algodón. De esta manera evitará que se rayen y pierdan el nacarado que las caracteriza, al mismo tiempo que las deja transpirar. Es muy importante que se conserven las perlas a temperatura constante, huyendo lo máximo posible de los cambios bruscos de temperatura y sobre todo, el contacto directo con fuentes de calor, ya que pueden llevar a su desecación. Teniendo en cuenta que sea en un lugar con temperatura constante o, en su defecto allí donde no se produzcan cambios bruscos de esta. Evitando de esta forma, una desecación excesiva de las mismas. Enemigos importantes a evitar, son los radiadores y las estufas. Y como último consejo y muy importante: No olvidarnos de ellas, en el caso de permanecer largos periodos de tiempo sin ser utilizadas, es conveniente mantenerlas una vez al año, ya sea con una gamuza humedecida o, directamente en agua, y a pesar de que el agua sea fundamental para las perlas, nunca debemos dejarlas sumergidas, ya que esto perjudica gravemente al hilo pasado. Y como anteriormente explicamos, no olvide que, si el hilo se encuentra sucio, nunca deberemos intentar limpiarlo, para evitar poner en peligro nuestras perlas.
Jo** ******* *****do 29/07/2020
Interesante, lo pondré en práctica.